José Martí, Estados Unidos y la guerra en Cuba


En sus albores y durante la Guerra de 1895, el gobierno de EEUU mantuvo su política de apoyo a España. Suprema prueba: la incautación de los barcos y el armamento del martiano Plan de Fernandina.

En 1895, tres expediciones deberían llegar a la Isla trayendo, más que recursos bélicos, a los jefes natos de la Revolución. La primera de ellas, desde América Central, transportaría a Maceo y algunos de sus seguidores hasta la provincia de Oriente, zona natal de estos.

La segunda, se encargaría de depositar, en suelo villareño, a sus grandes generales Serafín Sánchez y Carlos Roloff, saliendo desde los Estados Unidos.

Y la tercera, la más importante, recogería a Martí y a Gómez en Santo Domingo y los llevaría a Camagüey, decisión muy acertada que concentraría en una región no dispuesta para la lucha a los jefes supremos del proceso independentista.

El proceso organizativo que se ha tratado de reseñar recibió el nombre de Plan de Fernandina, porque ese era el nombre del puerto de La Florida del que debían salir las expediciones, costeadas por el Partido Revolucionario Cubano de sus fondos reunidos durante más de dos años. Los barcos que se compraron el efecto se llamaban: Amadís, Lagonda y Baracoa.

Fue necesario hacerlo todo con la más absoluta discreción y sigilo, pues los cubanos y sus esfuerzos independentistas eran vigilados por agentes al servicio de los EEUU, que mantenían igualmente informadas a las autoridades coloniales españolas.

El propio Martí se sabe espiado y en más de una ocasión comenta con sus allegados como los servicios de Inteligencia norteamericanos le ha puesto casa a toda una familia en Nueva York para que, a fuerza de atenciones y cariños fingidos, penetren hasta en su intimidad.

Los tres buques saldrían del referido puerto de Fernandina, en La Florida, dónde lo tenía todo hábilmente combinado con un traficante local de madera, a cuyos muelles y en vagones contratados exclusivamente para ello, irán las armas, disimuladas como instrumentos agrícolas. Todo está listo, al punto de que hasta se hizo un “ensayo parcial”.   

Sin embargo, las indiscreciones de algunos involucrados y la penetración que en el entorno de los independentistas cubanos tenían las agencias de Inteligencia norteamericanas, hicieron que un plan tan detallado como el descrito fuera conocido.

Las autoridades norteamericanas procedieron que de inmediato a incautar los barcos y el armamento, prestándole nuevamente un incalculable servicio a España.

Fuentes:

  • Oscar Loyola Vega. La Revolución de 1895. Incluido en: Historia de Cuba 1492-1898. Editorial Pueblo y Educación (2001).
  • Jorge Mañach. Martí El Apóstol. Editorial de Ciencias Sociales. La Habana 2001, pp 220-221.

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