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Trump dice que apoya a los militares. Su historial sugiere lo contrario.


Tomado de: “USA Today”

A medida que las muertes por coronavirus continúan aumentando, la Academia Militar de EEUU en West Point está alistando a mil cadetes que han efectuado aprendizaje a distancia.

Se someterán a cuarentena durante tres semanas, se les hará una prueba de detección del virus y luego se reunirán el 13 de junio para un propósito: para que el presidente Donald Trump finalmente pueda dar un discurso de graduación.

Es algo que el Presidente siempre quiso hacer. No importan los riesgos e inconvenientes para los cadetes, que merecen una ceremonia de graduación adecuada en el momento más apropiado.

Trump se ha presentado como un campeón de los uniformados, alardeando de que “reconstruyó por completo” las Fuerzas Armadas (no es cierto) y les dio a los efectivos su primer aumento salarial en 10 años (tampoco es cierto).

Tras un análisis más detallado, su favor por los militares se desvanece rápidamente.

Para empezar, no está claro cuánto este Presidente se preocupa por los efectivos castrenses. En enero, después de que Irán lanzó un ataque con cohetes que dejó a docenas de soldados estadounidenses con lesiones cerebrales, Trump calificó las heridas como “simples dolores de cabeza”, a pesar de que una generación de veteranos sufrió tales heridas, algunas con déficits duraderos, por la exposición a la explosiones durante años de combate en Iraq y Afganistán.

Trump también ha sido mezquino sobre visitar tropas en esas zonas de conflicto. Y parece tener poco tiempo para los heridos de guerra. Cuando el expresidente Barack Obama fue a hospitales militares 29 veces en ocho años, Trump ha realizado tres visitas en más de tres años, según el corresponsal de CBS News e historiador no oficial de la Casa Blanca, Mark Knoller.

Al igual que los cadetes de West Point, los uniformados se emplean con demasiada frecuencia en funciones accesorias, a partir de alguna presunción de Trump. Así envió a miles a la frontera – lejos de sus familias– para una “emergencia” de inmigración, que se concretó en pintar paredes y colocar alambres de púas, desviando miles de millones de dólares de construcción militar para pagar el muro que, se suponía, que México debía financiar.

Y hay más:

Durante una sesión informativa del Departamento de Defensa al principio de su presidencia, Trump se lanzó una diatriba despectiva contra una sala llena de altos líderes militares, que incluía a klos entonces secretario de Defensa, James Mattis, y al General Joseph Dunford, jefe del Estado Mayor Conjunto, ambos veteranos condecorados de combate.

Según el libro “Un genio muy estable”, Trump llamó a los líderes militares “tontos y bebés” mientras trataban de informarle sobre el valor de los aliados y los compromisos en el extranjero. “Todos ustedes son perdedores”, dijo irritado Trump. “No iría a la guerra con ustedes, gente”.

Hizo caso omiso de la ética guerrera tradicional de los militares y revirtió los castigos o condenas para los efectivos acusados o condenados por crímenes de guerra. Uno, el ex SEAL de la Marina de Guerra Eddie Gallagher, fue absuelto de los cargos más serios. Fue descrito por sus jefes como dañino y malvado, pero fue luego alojado por Trump en Mar-a-Lago.

Hería a quienes lo irritaban. El senador John McCain, prisionero de guerra en Vietnam del Norte durante más de cinco años, “no fue un héroe”. Mattis fue “el General más sobrevalorado del mundo” por renunciar a la política de Trump en Siria. Y el oficial herido de combate, Alexander Vindman, fue “muy insubordinado” y fue despedido de la Casa Blanca por testificar sobre el juicio político a Trump.

Históricamente, los efectivos estadounidenses han tendido a ser más conservadores y republicanos que la población en general. Sin embargo, las encuestas sugieren que las tropas están empezando a agriarse con este presidente republicano.

Desde la elección de Trump, el porcentaje de miembros del servicio que desaprueba su desempeño ha pasado de un tercio a la mitad de la fuerza de combate de la nación.

Dado su historial de falta de respeto hacia los militares y sus valores, la sorpresa es que tal desaprobación no sea mayor.

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