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Venezuela: protagonistas no convencionales


Por David Ignacio Martí

Tomado de: CUBADEFENSA

Como han denunciado líderes políticos y jefes militares en ese país, contra la nación bolivariana está en marcha –protagonizada por la oligarquía nacional y los arrepentidos de siempre, con el apoyo de Estados Unidos– una campaña de Guerra No Convencional que pretende imponer por la violencia y la desestabilización, lo que les ha sido negado reiteradamente en las urnas por voluntad de la mayoría del pueblo venezolano.

El reciente intento –frustrado por las fuerzas militares y de seguridad venezolanas– de infiltrar por la costa un grupo terrorista procedente de Colombia, que llevaría a cabo  acciones de este tipo, es la más reciente prueba de ello.


Como está debidamente documentado, la población es siempre el “actor principal” en una campaña de Guerra No Convencional. En el caso venezolano, y como resultado en buena medida de la guerra económica y la subversión política promovida desde la oposición, un sector minoritario de los ciudadanos en ese país se ha pronunciado abiertamente en contra del proyecto bolivariano, en la misma medida en que una porción comparativamente superior ha radicalizado su postura en apoyo al proceso revolucionario.

Sobre esta polarización de la sociedad, la Circular de Entrenamiento 1801 (TC-1801) de las Fuerzas de Operaciones Especiales de Estados Unidos, documento doctrinal del gobierno estadounidense sobre cómo llevar a cabo la Guerra No Convencional, coincide en que para promover este escenario como forma de hacer colapsar un gobierno no afín con los intereses norteamericanos, se requiere de una “población segmentada”.

Particular énfasis pone dicho documento en la prioridad que deben dar los servicios de Inteligencia norteamericanos y las Fuerzas de Operaciones Especiales al trabajo con esa porción expectante, que define como “mayoría pasiva o neutral” e ilustra cómo la maquinaria subversiva norteamericana se apoya para ello en las transnacionales mediáticas, planificando y llevando a cabo Operaciones de Información, que “incrementan la insatisfacción con el régimen y presentan a la resistencia como una alternativa viable”.

En suma, que se persigue “demonizar” al Gobierno, exponer sus vulnerabilidades, así como explotar determinadas circunstancias eventuales o casuales, como pudiera ser la muerte de un manifestante debido a una reacción violenta de las fuerzas de seguridad.

Lograr que este segmento de la población “pasivo o neutral” se solidarice y apoye el movimiento de protestas, refiere la circular que es “vital” para que se desarrolle, con ciertas posibilidades de éxito, un movimiento de resistencia.

Dentro del modelo para estructurar un movimiento de resistencia ocupa un lugar preponderante la promoción de su liderazgo. Ahondando en Venezuela, digamos que con Juan Guaidó se abrió una “tercera temporada” en este empeño promocional, precedida por las que correspondieron a los no menos desgastados Henrique Capriles y Leopoldo López. 

Este aparente relevo entre los principales representantes opositores venezolanos tampoco le es ajeno a la TC-1801, que en materia de trabajo con el liderazgo de la insurgencia asegura que “el mejor líder no es siempre aquel con el que mejor se trabaja desde un inicio”. En tal caso; ¿habrá llegado también el ocaso político de Guaidó… con la “venia” de Washington?

¿Será que no cumplió a cabalidad el autoproclamado con el guion establecido en la TC-1801 para los casos de líderes “inflados” –como él– a los que se les indica “… dar a conocer su causa y ganar apoyo popular (teniendo como) tarea principal (…) romper las ataduras entre la gente y el gobierno y fomentar la credibilidad de su movimiento. Los líderes deben reemplazar la credibilidad del gobierno con la propia…”.

Pero ahí no acaba la tramoya. Los viajes al exterior para “airear” al asustadizo Juanito no son nada improvisados. También aconseja la susodicha circular “…reunirse con los nacionales que representan a las fuerzas de la resistencia (….) en Estados Unidos o en un tercer país”.

Cuando no bastan las armas

Como en Libia, Siria, Ucrania y otros tantos escenarios de Guerra No Convencional, en el caso venezolano, la acción de Estados Unidos se ha ramificado y diversificado hacia sus agencias federales y Organizaciones No Gubernamentales (ONG) que, de hecho, se han convertido en protagonistas también de este tipo de agresión.

El Departamento de Defensa reconoce en la Directiva 3000.07 que la Guerra Irregular, en la cual se inserta la Guerra No Convencional, se trata de un esfuerzo “con un alcance que frecuentemente excede las capacidades del Pentágono por sí solo”.

Entidades federales como la Fundación Nacional para la Democracia (NED) y la Agencia Internacional de Estados Unidos para el Desarrollo (USAID) canalizan desde hace años un financiamiento millonario para los partidos políticos y Organizaciones No Gubernamentales opositoras en Venezuela, tanto para el financiamiento de campañas electorales como para sostener acciones violentas de calle.

La NED, por ejemplo, ha sido protagonista de planes desestabilizadores en Venezuela, tanto contra el Comandante Hugo Chávez como ahora contra el presidente Maduro. Tal es así que, en fecha ya distante como 2013, la NED aseguraba que había encauzado más de 2,3 millones de dólares a grupos y proyectos contra la Revolución bolivariana. Detallaba precisamente que, más de trescientos mil dólares, se habían destinado a esfuerzos para desarrollar “una nueva generación de líderes jóvenes”. Los números de hoy, duplican esas cifras.

En cuanto a la tan cuestionada USAID, el Servicio de Investigación del Congreso publicó en el 2007, citando al tanque pensante estadounidense Centro de Política Internacional, que después del golpe de Estado fallido contra Hugo Chávez, en abril de 2002, esa entidad estableció en Caracas una subsede de su Oficina para Iniciativas de la Transición (OIT), cuyos objetivos declarados eran “fortalecer las instituciones democráticas y promover un espacio para el diálogo democrático y la participación ciudadana en el proceso democrático”.

En 2011, el portal Wikileaks reveló que la estrategia de la OIT era realmente desacreditar y socavar el apoyo popular al presidente Chávez, de cara a las elecciones presidenciales de 2006, intentando a lo interno dividir al “chavismo” y en lo externo aislar internacionalmente al líder bolivariano.

Así se oculta el trabajo subversivo y encubierto de Estados Unidos contra los gobiernos que se atreven a desafiar sus designios.

Contra esos nuevos “Caballos de Troya” debemos estar prevenidos.

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